Esta mañana, camino de la radio, he escuchado por primera vez el sonido de otoño, las hojas de los plataneros han crujido bajo mis botas.
Mi cerebro se divide en cajitas de sonidos y de olores, que se abren y llenan mis pensamientos de todas las sensaciones que se han ido guardando etiquetadas a lo largo de los años.
HOjas secas es octubre, comienzo de todo.
Los árboles del paseo se entrelazan en el cielo y es una unión consolidada de sus ramas, que queda al descubierto en otoño y permanece así hasta que vuelven a salir las hojas.
Este octubre intento que se me caigan las hojas, dejar al descubierto mis ramas, mis podas, mis injertos, dejarme casi enc arne viva, quitarme la corteza y ver cómo corre la savia por sus conductos.
Me gusta el ruido de las joas secas y desde muy pequeña tengo la manía de pisarlas, destruirlas, saltar encima hasta que ya no pueden darme más el placer de ese cri-cri, es mi ritual del otoño.
Hoy me he entretenido unos minutos a pesar de que el informativo matinal apremiaba.
Necesitaba destruir todas las hojas que se me han caído, y necesito empezar, tener esa sensación de novedad que siempre ha estado en la cajita del sonido de pisar hojas secas.
9.10.08
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1 comentario:
sinfonías de trajes que estuvieron vivos y nos hicieron sentir vivas, y a la vez el silencio de lo desnudo y fértil.
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