Una gran familia siempre supone grandes alegrías, pero también muchas desgracias. Aunque siempre, al compartirse entre más personas, pueda parecer más fácil sòportarlas.
Hace una semana, la Gran familia lloraba de felicidad y emoción en una maravillosa, divertida, mestiza y alocada boda, y al poco tiempo llorabamos la pérdida de uno de nosotros.
Y nosotros somos de llorar. Y de reir mucho. Podemos reir en la más triste de las situaciones y quizá eso es lo que nos salva y nos diferencia de otras familias.
Cuando reimos o lloramos, en cualquiera de las situaciones que ultimamente se nos han presentado, trato de situarme fuera y mirar como miraría alguien que no es de los nuestros. Supongo que no entendería muchas cosas, pero yo miro, desde fuera o desde dentro, y no puedo sentir nada más que orgullo y el pecho se me hincha y me siento afortunada, por poder vivir enormes felicidades y enormes penas dentro de esta explosión genética de emociones que somos.
5.6.07
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario